Los
contenidos éticos, sea como problemática, sea como enseñanza de valores, sea
como promoción de virtudes, forman parte del curriculum del nivel inicial y primario. Con el fin de trabajar
dichos contenidos han surgido propuestas donde se pretende aprovechar la
capacidad reflexiva del niño para desarrollar programas de Filosofía, debates
de ideas, elaboración de códigos de convivencia, etc.
No es ese el
modo como se educó moralmente la humanidad por siglos. La educación ética,
tanto de los niños como de los mismos adultos, rara vez consistía en un
análisis científico de las cuestiones morales, sino más bien, en un aprender a
distinguirlas, disfrutándolas a la vez, a través de diversas formas literarias.
De un modo privilegiado, a través de los cuentos de hadas, pero también en
otros relatos tradicionales, tales como mitos y leyendas. Asimismo, el teatro
ha contribuido a dicha educación por su efecto catártico. Los cristianos, or su
parte, han contado con las parábolas del
Divino Maestro: “Las parábolas de Cristo son pequeñas creaciones de belleza
artística adaptadas humildemente al auditorio; de belleza secreta, contenida y
modesta, que por su contenido
trascendental se elevan sobre todas las creaciones más complicadas del
arte humano”, dice Castellani.
Esto no
quiere decir que el niño, en tanto hombre, y por serlo, no sea capaz de
reflexionar sobre aquellas cosas que le admiran, o que no haya que promover y
guiar su potencial crítico y reflexivo. El punto es si esto se logra de manera
artificial, es decir, produciendo “cuentos didácticos” y “actividades ad hoc”, que tienen siempre un fondo de
irrealidad e inasibilidad mayor que el cuento de hadas más fantástico.
Tradicionalmente, las
historias con mayor “ética explícita” han sido...[Si quieres seguir leyendo, puedes seguir este enlace]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.