jueves, 7 de octubre de 2010

ROMANCE DEL ROSARIO: Leyenda de Fray Domingo

enviado por Luciana Yapur Budeguer

Cuenta una antigua leyenda
que en el cielo, cierto día,
por los jardines de Dios
iba la Virgen María.

Ángeles, vírgenes, santos,
la servían a porfía,
ofreciéndole las flores
en gozosa algarabía,
las más variadas y hermosas
que aquel jardín producía.

Una a una las miraba
la Santa Virgen María,
mas, entre las flores,
en ninguna se placía
si no era con las rosas
que con su mano escogía.

Unas eran blancas, blancas,
como nieve al mediodía;
otras, rojas como púrpura;
otras, de oro y pedrería.

Un beso la Virgen Madre
en cada rosa ponía
y aquel beso las llenaba
de celestial ambrosía.

Con una aguja de oro
una a una las prendía
y era también de oro y plata
el hilo que las unía.

Al acabar las decenas
con lirios las dividía,
más blancos y más hermosos
que la luz de claro día.

Y así tejiendo, tejiendo
iba la Virgen María
la más hermosa guirnalda
que jamás visto se había.

Cuando la tuvo acabada
la Virgen se sonreía.
Entonces vino Jesús
para hacerle compañía
y al ver tan rica guirnalda
así a su Madre decía:

_¿Para quién , Señora, hacéis
corona de tal valía?
Y mirando hacia la tierra
la Virgen le respondía:

_En el mundo tengo un hijo
que me sirve cada día
que, por mí, lucha y trabaja
con gran ardor y porfía,
en desterrar de los hombres
una sutil herejía.

Es Domingo de Guzmán,
mi fiel paladín y guía,
que una orden ha fundado
que Yo quiero como mía.

Pero toda su labor
resulta nula o baldía
por la dura pertinacia
de una secta tan impía.

Por eso, para sus hijos
que me invocan cada día
he engarzado esta guirnalda
de rosas y pedrería.

Los lirios son padrenuestros,
las rosas avemarías,
y el perfume que contiene
de celestial ambrosía
gozo, dolor y esperanza
¡Serán Tu Vida y la Mía!

Y al pueblo fiel y cristiano
que en mi protección confía
ellos le enseñarán
a rezarle cada día,
con ella han de vencer
cualquier sutil herejía.

Y a quien con ella me invoque
en su postrer agonía,
a su lado estaré Yo,
para hacerle compañía
y coronarlo en el cielo
con esta guirnalda mía.

Vicente Galduf O.P.









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